10 de octubre de 2012

Un café con poesía

Miguel Álvarez
Ayer tomé café, si, lo se, un vicio casi inconfesable, un rico café solo corto en taza, mientras lo degustaba, lei, en la pared, el siguiente chascarrillo:
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgK-DVXElM-GvAsQX4TwXIINxqj4_nzaEAD3iNNNJn7ZYBqnGwQdJTwbaSVBt0FUO63yJ0F_63Uu8_5SO4H3a9RhoQiF3Bi_9LpA38gZbUDurpFd0uC2aSxZEadO6-VY8TGo2fSm-IzxJN/s1600/cafe2.gif

Il caffè, per esser buono,
deve essere nero come la notte,
dolce come l'amore
e caldo come l'inferno

Yo personalmente creo que el café no debe llevar azucar, no debe ser dulce, deber ser acrónimo de su palabra:
Caliente
Amargo 
Fuerte
Espeso

Ahora bien, y a lo que iba, gracias a la diversidad de gustos, cuando te tomas un café te suelen poner un sobrecito de azucar, y en esta ocasión y gracias a este, recordé una famosa estrofa de un poéma de Bequer ¿quién es Bécquer? Normalmente siempre que pongo algo de algún escritor famoso pongo un poco sobre su vida, pero sino sabes quien era Bécquer, simplemente dirige tu ratón hacial la cruz roja de la esquina y sal de este blog ¡insensato!.

Pues bien, la estrofa reza así:
Cuando el tiempo pase y tú me olvides,
silencioso vivirás en mí, porque en la penumbra
de mis pensamientos, todos los recuerdos
me hablarán de tí
Gustavo Adolfo Bécquer

Pues bueno, no es por nada, ¿por qué lo he puesto? Pues porque me parece precioso y me ha dado la gana y porque creo que es grandioso encontrar poesía por sitios tan cotidianos como las paredes de las cafeterias o los sobres de azucarillos.

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