6 de octubre de 2011

Pasiones encontradas, bienvenida adolescencia


Bienvenida adolescencia


 Con el instituto llega, a mi parecer, una de las etapas más duras de la vida juvenil, es un momento, como ya describí antes, de grandes cambios, de dejar tras nuestra amigos, compañeros, maestros y hábitos para ahora enfrentarnos a una nueva vida.

A esta edad, donde todo lo diferente llama la atención, donde los prejuicios y el qué dirán son la piedra angular de nuestra forma de ser, el adaptarse a un centro nuevo, a nuevos profesores, nuevos métodos de estudio, nuevas formas de vida, terminó eso de comer en el cole, eso de luego ir a actividades, eso del respaldo de tus padres, ahora solo había tiempo para estudiar, salir a las 15:00h e ir corriendo a casa, algunos incluso a hacerse su propia comida. Los antes niños, ahora adolescentes ya casi eramos hombres.


Recuerdo vagamente como fueron mis primeros días de instituto, casi he olvidado por completo el primer año, señal de que no marcó en mucho mi vida, recuerdo solitarias escenas, quizás las más importantes, para mi, de ese comenzar.
Recuerdo la sensación de perdido, que abordó mi ser desde el primer día, cuando todos los alumnos nuevos fuimos citados en un gran pabellón, para después irnos, junto con nuestro tutor, a clase.
Recuerdo, como teníamos que rellenar, para cada profesor, una ficha de autor, con nuestro nombre, el de nuestros padres, teléfono de contacto y hasta centro del que veníamos, y fue entonces cuando, por primera vez, noté la sensación de discriminación en el Instituto. Los alumnos de algunos centros, eran, en algunas asignaturas tratados de forma distinta, dado su nivel, algo inferior o superior al de la media, ahora tenía que escoger si quería y debía ser de esa media, o resaltar, fuera o fuese por uno u otro motivo.
Recuerdo vagamente al completo de mis compañero, pero indudablemente no puedo sacar de mi mente, no hay ni un ápice de duda, en como eran, física y emocionalmente, los más guapos y la lívido que despertaron en mi.


 Con todos esto cambios maduramos todo lo rápido que pudimos, y en algunos casos, más incluso de lo deseable. Fue, como llevo diciendo todo el tiempo, el año de los cambios. Empezaron los primeros cigarros, los cafés, los recreos sin supervisión de adultos, y el “fumarse” las clases, la libertad se había convertido en libertinaje.
El lema de mi instituto era: “Enseñamos con las puertas abiertas” un gran lema por otra parte, consistía en tener las puertas de entrada al centro abiertas durante todo el horario lectivo, si querías ibas a clase, sino te ibas del centro, o te refugiabas, si era día de lluvia, en la sala de alumnos, una sala común donde jugar a las cartas, fumar y hacer, casi todo, lo que a la mente te viniese. A priori puede parecer un sin sentido, ¿Quién va a querer estar en clase, pudiendo estar “perreando” en la calle? Ahora bien, si lo analizamos con un poco más de detenimiento, era el mejor de los métodos, los que realmente querían estudiar tenían clases, sin gente molestando, donde los profesores podían ejercer la docencia de forma excelente, y los que por el contrario estaban, obligados por sus padres, cursando estudios sin querer, tenía una forma clara de enseñar: “Papa, mama, no me podéis vigilar siempre, antes o después haré lo que me plazca, asumidlo, ya no soy un niño”.


Con tanto cambio, tanto nuevo por hacer y experimentar, el ansia de sexo paso, momentáneamente, a un segundo plano, quedando relegada a las tardes sin instituto y sin tarea, esos maravillosos fines de semana, con los vecinos y amigos de siempre, eso sí, compensada, con creces, durante la semana, por la practica sexual, más antigua y usa del mundo, la masturbación.


 Hoy día, pajearse es maravilloso, ¡viva Internet! Que quieres chicos rubios, los encuentras, que los quieres morenos, también, que deseas ver grandes pollones, los ves, que prefieres pasivas con anos superdilatados, sin problema, lo que se desee, simplemente se haya, ¡Viva Google y la pornografía! Pero para mi desgracia y la de mis contemporáneos, estos inventos, aunque ya existente, pasaron inadvertido a nuestros ojos y alcances, hasta ya pasados un par de años, por ello, para “pajearnos” no nos quedaba más que el uso de nuestra imaginación, y los videos escondidos, de “porno” grabado de la tele, de los salidos de nuestros padres, cuando ellos no estaban en casa. ¿A qué chico de 14 años no le gusta una buena paja? ¿A qué chico de aquella, época dorada de las películas X, no le gustaba ver una porno? ¡A ninguno! Basándome en esto, fue como conseguí, ver lo que vi y hacer lo que hice.


Yo contaba con una gran suerte, mi hermano, menor que yo, estudiaba en el colegio y mi madre, trabaja siempre de mañanas, vivía muy cerca del instituto y tenía la casa libre todas las horas de la mañana, solo había que convencer a los compañeros, para saltarse un par de clases y venir a ver porno a casa, y la verdad, jamás pensé que fuese tan fácil como resultó ser. 
El tiempo fue pasando, todo se colocó más o menos en su lugar y los hechos acontecieron, como debieron pasar, hicimos amigos, tomamos confianza, analizamos a los profesores, vimos de que pie cojeaba cada uno y comenzamos, sin mayor dilación a saltarnos, normalmente, las últimas horas de clase, o la anterior o posterior al recreo, para aprovechar, esos 30 minutos extras. Ya con todo normalizado, llego el momento, de ir a casa, de ver porno juntos con los amigos, las primeras veces con más miedo y corte que otra cosa, luego comenzaron esas pajillas, eso si, todos separados, incluso con cojines de por medio, para simular no ver la polla del vecino, hasta que el tiempo, nos otorgó, la confianza y con ella murió el cojín, el miedo y las verguenzas, ahora simplemente hacía falta un ¿Vamos? Para rápidamente entender qué si íbamos o no a ver una peli porno y hacernos unas pajillas.


No guardo especial recuerdo, en lo que a sexo se refiere, de ese año, solo recuerdo haberme quedado con unas tremendas ganas de conseguir, aunque solo hubiese sido tocársela a un chico precioso, que estudió, solo ese año, en mi curso y bueno... una extraña experiencia con otro compañero de curso, bastante guapo, ahora cuando lo veo aún me lo parece más, con el cual no se, si tuve sexo o fue quizás algo más.


El curso paso y también los posteriores y fueron los años de Internet, de salir de ambiente, y del primer amor.