Hola chic@s, estos son los dos primeros capítulos, digamos de una novelita, que empecé a escribir, hace algún tiempo y ahora, que nuevamente he retomado esto del pesado arte de escribir, no se si retomar u olvidar. ¿Cómo la veis? ¿Merece la pena que la termine?
Pasiones Encontradas.
por
Miguel Álvarez
Hace ya quince años.
No podré olvidar nunca aquel último año de colegio,
teníamos ya los 13 años todos nosotros, estábamos en pleno apogeo
hormonal y nada, nada había en nuestras mentes más allá de un
único pensamiento, el sexo. Todo lo que rodeaba nuestra vida
cotidiana terminaba relacionado con él, desde el viaje de estudios,
hasta el verano.
Supongo que como el resto de los adolescentes de todas
las épocas, pasadas y futuras, nuestras vidas eran de lo más
monótonas, al colegio por las mañanas, comedor allí mismo, clases
por las tardes y actividades extraescolares, así había sido hasta
entonces. Lejos quedaban los años del parvulario y de primaria,
donde chicos y chicas jugábamos juntos sin importar el sexo ni el
juego. Pero ahora, ahora ya no, los chicos teníamos que jugar con
chicos y como no, a juegos de chicos, football, por otra parte, las
chicas, hacían lo mismo, jugar al vóley, el elástico y hablar de
“cosas de chicas”, ¡Pobre de aquel chico que le diera por jugar
al elástico o al vóley!
Pero entonces y de forma tan paulatina que pasó
inadvertida para todos, la sexualidad cambió nuestra forma de ser,
nuestros grupos de amigos, y para algunos, dio un giro inesperado a
sus vidas. Con eso llamado pubertad o adolescencia, nos volvimos
crueles, discriminadores…Amigos de toda la vida, empezaron a darse
de lado por tener gafas, o ser gorditos, chicos que apenas ni se
conocían se hacían inseparables por eso de la popularidad, por ser
los cabecillas del grupo, ahora los amigos no eran amigos, eran
simplemente personas con intereses comunes.
¿Es la sexualidad, asesina de la inocencia? ¿O el
simple hecho de envejecer hace que dejemos a un lado la felicidad
para preocuparnos del que dirán?
Bueno, eso ya sería cambiarnos de tema, así que mejor
centrarnos y volver al redil.
Como pasa con todo en la vida tenía que pasar con la
sexualidad, algunos llegan antes, otros más tarde, otros simplemente
no llegan y bueno...algunos, por motivos que desconozco simplemente
escogen caminos alternativos.
No olvidaré nunca aquel día de octavo de la E.G.B,
estábamos un grupo de chicos reunidos, hablando juntos, cosas de
chicos, cuando Juan dijo: “Dios como está el culo de Isa” esa
frase cambió mi vida para siempre, como si de un demonio deseando
salir se tratase, las palabras brotaron de mi boca “A mí me gusta
más el tuyo” y entonces todo cambió.
Octavo de la E.G.B
Tras aquella frase vomitada por mi boca todo cambió y
yo debía cambiar al mismo tiempo o la situación terminaría
conmigo, en ese momento no me di cuenta, pero ahora comprendo, mejor
que muchos, eso de lo que tanto nos han hablado durante nuestro
estudios, la capacidad de adaptación del hombre al medio. Ahora
comprendo, como las habilidades sociales de un individuo pueden
hacerle salir mejor o peor parado de la misma situación, como
simplemente tu forma de afrontar, en este caso tu sexualidad, puede
hacerte caer en una espiral de desprecio donde todos te den de lado,
convertirte en el bufón de tus amigos, o simplemente hacerte llevar
una vida “normal”.
Octavo fue un año crítico en mi vida, tras aquella
frase mis relaciones con los compañeros de sexo masculino cambiaron
drásticamente y no podía consentir que aquello pasara, no podía
simplemente dejar que ellos, los que consideraba amigos, mis
compañeros me diesen de lado, quizás por ello tuve que madurar más
rápido, pensar más y mejor, y por qué negarlo, hacer uso de todo
mi ser para “engañarlos” y llevarlos a mi camino.
Este fue un año de cambios, deje de jugar al football
sala y me apunté a biblioteca, esto puede parecer una decisión
idiota, si se meten contigo por ser mariquita cómo quitarse de
football, ¿Qué sentido puede tener eso? ¿No era mejor demostrar
que se puede ser gay y jugar football? Ciertamente se puede, pero yo
era consciente que no era un crack, realmente no era lo mío, así
que tenía que sacar el máximo partido a mis armas y ser el
encargado de la tele, el video, la biblioteca y la llave maestra de
las puertas de las clases podía darme ciertas ventajas que
posteriormente usar, como así sucedió.
Las semanas fueron pasando y mi reputación como
enchufado, empollón y mariquita iban en aumento, era simplemente el
chico bueno para los profesores y el mariquita del colegio para los
compañeros.
Pero como antes dije, los adolescentes solo teníamos
una cosa en la cabeza, una con la que lo relacionábamos todo y
estaba por encima de todo, el sexo. Hoy, ya no es como antes, ahora
casi todo el que quiere puede con gran facilidad tener relaciones
sexuales sin importar la edad, ni el donde, pero antes, el sexo era
un tema tabú, los padres apenas nos hablaban de él, no había
internet, casi no se daban charlas de sexualidad en los colegios ni
institutos, solo sabíamos lo que habíamos visto en las famosas
revistas porno de la época que alguno conseguía cogerle a su padre,
los más afortunados habían encontrado el sitio secreto donde sus
padres guardaban las películas X y poco más, pero si teníamos
todos una cosa clara, todos queríamos tener sexo y lo queríamos ya.
Ese deseo incontrolable de tener sexo, de querer ser mayores, sería
mi mejor arma.
Pensé, analicé, estudié por mucho tiempo quien sería
la persona ideal para empezar a experimentar nuevas sensaciones, para
descubrir los placeres carnales y sin duda para conseguirlo había
que empezar por los marginados, los raritos, el de gafas, el
repetidor…Vamos nade de ir a por los deportistas, ni por los
populares hasta que todo no estuviese bien pulido.
Aquél octavo curso pasó, y fue algo que jamas
olvidaré, no entraré en largos detalles, ni en el cómo o el por
qué, solo os diré que tras ese curso, que después de mucho hacer y
pensar, aprobé todo mi curso, con buenas notas, me llevé grandes
amistades, que aún hoy conservo, disfruté del viaje de estudios,
como sin duda, ninguno otro, pues yo, yo me “lié” con todos y
cada uno de los chicos que quise del colegio, eso sí, ni entre ellos
saben quienes son.
De entre ellos, como a cualquier persona que mantiene
en su vida varias relaciones, algunos me marcaron más, otros menos y
algunos solo fueron un mal polvo. Sin duda, dos de ellos merece, el
estar en este escrito, el tener su espacio.