20 de septiembre de 2011

Merdipoema

Aquí me encuentro, sentado frente al ordenador comiendo sobras del chino y bebiendo coca-cola fogada y caliente, intentando escribir algo para actualizar el blog, tras cuatro días de inactividad y una tarde agotadora.

Por más que me esfuerzo, ya no en escribir, en pensar sobre que hacerlo, menos lo consigo así que he recordado una gran frase de mi profesor de literatura Antonio Reina: " Lo mejor para escribir, es simplemente, empezar". Comencemos, algo saldrá. 

Entre estruendosos susurros
y tensas banalidades.
Entre dulces momentos amargos
y una rueda de amistades.

El herrero de la vida, una amistad forjó,
el herrero de la vida, le otorgó caricias y amor.
Orgulloso de su obra, el orfebre la dotó
de una inmensa confianza que la corrompió.

Presa de la libertad la obra quebró,
y los guijarros que desprendía 
entre ambos causaban heridas.
El herrero, inmutable desde la lejanía
vio su obra desquebrajar, sin tan siquiera, pestañear.

Pero esa rueda ensangrentada que tanto había sufrido
esos amargos recuerdos de dulces momentos,
esos gritos callados, esos silencios.
Su obra volvieron a forjar
y el orfebre, orgullo grito: "¡Ahora, ahora es amistad!"