28 de septiembre de 2012

Lo que antes que yo, hizo mi padre

Miguel Álvarez

Maribel, Maribel.

Maribel ese ser bonachón que todos tenemos como amigos, esa persona buena, hacedora de conciencia, esa persona que hay en todos los circulos, esa que se aburre mucho, y fruto de ello tiene ideas descabelladas como ser  izquierdosa o lanzar retos al aire, a nosotros, sus pobres amigos, indefensos ante esa mirada de cordero acompasa con un leve giro de cuello, su marca.

Pues bien, al parecer, yo no me enteré, nos reto hace unos días, a principios de mes ha escribir un relato, donde el sombrero tuviese cierto protagonismo y bien, claro está y citadas sus armas, anteriormente, no hemos tenido más remedio que aceptar, dicho reto, mi gran amigo Ángel Simón del blog La Trtulia de Theleme y un servidor. Eso sí, el de ella no sabremos cuando estará en su blog Diariovoz

"Manuel qué haces" -Preguntó Pablo, el nieto más pequeño, a su abuelo-
"Lo que antes que yo, hizo mi padre" -Contesto Manuel, mientras Pablo, de 8 años, miro extrañado a su abuelo, como entrelazaba, con sus manos, unas plantas secas, para salir corriendo de casa e ir a jugar a las chiqueras.

Manuel era un hombre de vida, un hombre del campo, desde pequeño criado entre tierras y animales, conocedor de los secretos de la vida, del esfuerzo. 

Hombre con sombrero de paja
(gentileza de GM Barranco)
De joven debió ser un hombre alto, alto y delgado, ahora, con el paso de los años y los esfuerzos de la vida, era más pellejo que carne, más hueso que vida y acusado, por una gran "chepa" causada sin duda, por los años,  los meses, por del día a dia incesante en una vega, azada en mano. Su aspecto lo hacía inconfudible, reconocible desde lo lejos, alla por donde fuere siempre iba igual, sus pantalones, de ese color gris feo, cómo lo llaman...¡gris Marengo! y su camisa, de aquellas de la guerra, esas de franela a rayas, que como dice mi abuela "duran toda la vida"sus alpargatas de tela negra y suela de cañamo y como no, inseparable, su ajado y mugriento sombrero de paja, que aparantaba tener, al menos, tantos años como él.

Como cada fin de semana Pablo volvió, con su familia, al cortijo de los abuelos, y allí sobre la mesa encontró un bonito sombrero nuevo, de blanca paja, parecido al de su abuelo, pero mucho más limpio y pequeño, con una nota que rezaba: "ven donde los pollos, el abuelo Manuel"

Pablo cojió su sombrero nuevo, se lo puso, como pudo y corrió hacia las chiqueras, pensando quizás que habría nacido algun polluelo nuevo. Al llegar, donde los pollos, encontró a su abuelo, sentado en un viejo tabuerente de madera, carcomido, junto a él, otro pequeño taburete, algo más nuevo, esperando a Pablo.

"Manuel, ¿qué pasa? ¿han nacido pollitos?"
"Pablo ven, sientate aquí, quiero contarte una historia"

Manuel cogió a su nieto, lo sentó sobre el tabuerete y lo giró torno a él y le dijo: "Pablito, hace ya muchos años, cuando yo tenía más o menos tu edad, mi padre - ¿el abuelo viejo? pregunto Pablo - Si el abuelo viejo, me regaló un sombrero como el que yo te he dado a ti hoy, y luego, en el campo, mientras comiamos higos - Ugg abuelo yo no quiero higos, están muy malos - Yaaaa, por dónde iba...Mientras tomabamos unos higos me enseñó como hacer sombreros de paja, para que yo, cuando fuese mayor pudiera hacerle sombreros a mis hijos y mis nietos. ¿tú quieres aprender, Pablito? 

"Si abuelo, así le puedo hacer uno a mama" -Pablo-

El día paso, casi sin darse cuenta para ambos, abuelo y nieto, pasaron felices toda la tarde, en las chiqueras, rodeados de animales y naturaleza haciendo sus gorros de paja, pero como cada semana, Pablo debía volver a casa, hasta la semana siguiente.

La semana pasó, esta vez de forma más intensa para Pablo, que no pensó en otra cosa que en volver a ver a su abuelo, en ir, donde los pollos, en terminar de aprender a hacer sombreros de paja, para así poder regalar uno a su mama.

En cuanto Pablo se bajo del coche, con su sombrero ya puesto, corrió hacia la casa a todo lo que daba sus pequeñas piernas: "¡abuelo, abuelo!"-gritó Pablo- "traquilo Pablito, el abuelo está desde bien temprano en las chiqueras, me ha dicho que allí te espera" -la abuela Manuela-

Pablo corrió directo hacia las chiqueras, a la parte trasera de la casa gritando, sin parar :"¡abuelo, abuelo!" "¡abueelooo!" Pero no encontró respuesta, al llegar por fin, donde estaban los taburetes, un grito, un aullido llenó de silencio todo el cortijo y cuando todos, corriendo, llegarón a las chiqueras puedieron ver al abuelo, tirado en el suelo, apretando fuerte su ajado sombrero sobre el pecho, mientras, Pablo lloraba desconsolado, sobre la cara de su abuelo.

5 comentarios :

  1. Un relato precioso Miguel, me has hecho recordar mucho a mi abuelo cuando de pequeño estaba con él horas y horas diarias y me contaba historia de la guerra y de fantasías... Gracias por hacerme recordar en parte esos momentos con este relato :)

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    1. Alejandro muchas gracias por comentar. Es lo que tienen los abuelos, siempre están contado historietas, de jovenes nos parecen uff y de mayores, cuadno en muchas ocasiones no los tenemos se les añora...

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  2. que estoy aquí también.. leyendo e imprimiendo porque también está lo de Theleme xd

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  3. Hum. Se te perdonan los errores, falta de acentos, etcétera, por haber conseguido un relato emotivo con un final predecible pero muy bien construido. Has estado algo vago... Si no llevaras mil cosas a la vez habrías hablado mucho más tiempo con ese abuelo. Me lo has matado muy pronto. - Me entraron ganas de más abuelo-

    Tuve la suerte de disfrutar de abuelos; en mi caso, eran Diego y la abuela Rafaela, por parte de padre y, Manuel e Isabel - por parte de madre... Los tuyos Manuel y Manuela, qué linda coincidencia-

    Como Alejandro, comparto que nos has traido muchos recuerdos, anécdotas, vivencias... que, a lo largo de los años, comprendes que formaron parte de nuestra vida y la condicionaron para siempre... más incluso que los padres- que nadie se me mosquée.... pero para padres que trabajan, que no están, etcétera, los abuelos son un pilar de sabiduría y conocimiento de eso que una vez discutimos si era o no Cultura, pero que reconocerás que valoras muchisimo, como demuestra este bello relato.

    El dibujo muy logrado. Me lo copio para hacer prácticas a lápiz.. Está muy bien para acompañar la figura flacucha de ese abuela Manuel del que hablas con tanto cariño.
    Lindo relato.

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  4. Hola!
    Cuando puedas pásate por mi blog o por el de eliott.
    Hay algo para ti.
    Un beso.

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